ORIGEN


Hace algunos millones de años, en plena era Terciaria, rústicas perdices asearon  por las praderas y bosques de Europa ya que su origen se encuentra en el continente europeo. Sobre ellas comenzaban a pesar ya los rigores de unos inviernos cada vez más fríos y prolon­gados que, año tras año, iban empujándolas hacia latitudes más meridionales. Este progresivo enfriamiento era el inicio de un largo período de hielo y nieve que acabaría por asolar gran parte de la Europa norteña y central. Se trataba de las glaciaciones que, en los últimos 600.000 años, sometieron a nues­tras tierras a una serie de cambios ecológicos tan profundos que fueron origen de una enorme variación en la distribución y abundancia de muchos animales y plantas.
Pocos fueron los animales que se adaptaron a esta invasión de frío y nieve y, por ello, la inmensa mayoría de las especies desaparecieron o se vieron obligadas a reple­garse hacia el sur, donde, tras traspasar una orla de coníferas similar a la actual taiga, aparecían bosquetes de robles y hayas parecidos a los que hoy se dan en Centroeuropa. En estos oasis mediterráneos es donde, huyendo del frío, se refugiaron nues­tras primigenias perdices.